La crítica social en Siete domingos rojos de Ramón Sender
El marco social
Al reflexionar sobre el término marco social, decidimos presentar el contexto social descrito por Sender. Y por esto, entendemos la presentación de la sociedad, su composición, su organización. En la obra, nos lleva el autor a una sociedad madrileña con sus numerosas facetas y sus diversos problemas. Tenemos como intención echar un vistazo sobre la palabra sociedad antes de ver sus componentes o miembros tal como está descrito en Siete domingos rojos. Por una parte, etimológicamente, la palabra sociedad proviene del latín societas que significa agrupación de individuos con un fin determinado. 4 Por otra, la sociedad se define como una agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada cual de sus individuos con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida.5 Dentro de estas definiciones, se notan palabras clave como la unidad y la mutua cooperación. Lo que nos lleva a establecer una interrogación sobre cómo debe ser la sociedad en general. Como comunidad en que viven individuos, la sociedad necesita un equilibrio para que sea posible la vida. Dicho equilibrio suele regirse por una voluntad de vida en común y por unas reglas establecidas, llamadas leyes. Ramón Sender presenta, en su obra, una sociedad española con sus diferentes componentes que, a pesar de sus desigualdades y diferencias, forman grupos sociales. Éstos se pueden estudiar tomándoles en grupos, es decir, las masas o proceder uno por uno, es decir, los individuos.
Las masas
Las masas son los diferentes grupos que nos proponemos estudiar. Entre éstos podemos citar:
Los proletarios
Un proletario es un miembro del proletariado. Y éste es el término para designar a los trabajadores o la clase obrera que carecen de propiedades y medios de producción. En efecto, los proletarios deben vender su fuerza de trabajo a la burguesía, propietaria de los medios de 4 CORRIPIO, Fernando (1973): Diccionario etimológico general de la lengua castellana, Barcelona, Bruguera, , México, U.T.E.H.A., tomo III, p. 830. 5 producción, a pesar de las duras condiciones para no morirse de hambre. Con la miseria en la que viven, intentan defender sus intereses y es lo que provoca “la lucha de clases”, es decir, los intereses opuestos del proletariado y de la burguesía. Sender los presenta como personajes explotados, marginados, bajo el yugo de la burguesía. Trabajan duramente y durante largas horas sin tener buena remuneración. Es lo que parece explicar la afirmación siguiente: Nada importa que un jornalero caiga de frente o de espaldas. 6 Lo que los lleva, tras la muerte de sus tres compañeros, a unirse como lo había invitado Marx: «Proletarios de todos los países, uníos». Dicha unión no les permite reunirse porque cada vez que lo hacen, acude la policía que los reprime. Además de la represión de la policía, se nota un límite en sus procedimientos para adquirir lo que reclaman. Por una parte, es posible avanzar la idea de la mala organización en su lucha y por otra, la falta de medios. Primero, tocante a la mala organización, se podría explicar por el hecho de que actúan sin estar de acuerdo sobre un método. Cada vez que deciden enfrentarse a los que poseen los medios de producción, no tienen la misma visión de las cosas. Sus encuentros acaban por disputas. Lo único que logran es la violencia. Si se trata de ir a luchar o a destruir las empresas y atacarse a los tenderos, lo hacen con ánimo. Su principal arma se resume a través de la fuerza que acaba siempre por engendrar la violencia. Lo que deben necesitar es la fuerza en las ideas; la fuerza que sirve para convencer. ¿Convencer? Sí, convencer y no vencer porque solemos oír que vencer no es convencer en el momento en que convencer es vencer también. Pues, quien vence no convence pero quien convence, también vence. Desgraciadamente, en su caso, ellos no convencen; tampoco vencen. Luego, la desunión parece ser el origen de la falta de medios. Lo que se ve siempre en los proletarios es la división. Y ésta no refuerza, sino debilita en cualquier circunstancia. Nadie dirá lo contrario del hecho que aun en las matemáticas se aprende que, después de la división, un número se disminuye en lugar de aumentar. Puesto que la unión hace la fuerza, los proletarios, según la visión de Sender, habrían perdido el buen camino. Podrían unirse, juntando las ideas y los pequeños ingresos, para disponer de algo, por poco que sea, y comprar sus propios medios de trabajo. Lo que les permitiría, aunque después de mucho tiempo, dejar de estar dependientes de los empleadores afín de vivir en condiciones mejores. 6 SÁNCHEZ ESPESO, Germán (1981): ¡Viva el pueblo!, Barcelona, Printer, P. 47. 6 Nos parece que es importante recordar que el término ‘‘medio’’ no se refiere sólo a los materiales de trabajo o de producción. Puede indicar también otras muchas cosas. Todo depende del sector de que estamos hablando. Al basarnos en las conversaciones de los personajes, emplearemos el término “medios de expresión”. En dicho campo, lo mayor que se nota es una incompetencia total por parte de los obreros. En ellos, falta el arte de la palabra en el momento en que el lenguaje es el medio de expresión propio al hombre. Nada se consigue fuera de la expresión o, tal vez, difícilmente. Es imposible no comunicarse porque el funcionamiento de las sociedades humanas es posible gracias a la comunicación. Ésta consiste en el intercambio de mensajes entre los individuos. Y a través de los diálogos numerosos en el relato, el autor nos invita a compartir la idea según la cual todo se puede resolver vía la expresión que puede ser oral o escrita. Pues, muchos problemas pueden arreglarse por la comunicación. Sin embargo, es muy importante señalar que ésta no es siempre el medio adecuado, sobre todo, cuando está mal hecha, como es el caso en la novela que estamos estudiando. Es permanente la descripción de la miseria en la cual viven los proletarios. Aquí está un ejemplo. Algo después de las cuatro apareció el pobre Casanova con aire de sonámbulo. Lleva cinco días sin acostarse. Se acercó a un grupo del sindicato de camareros y quiso hablarles, pero no le hacían caso.7 Sería un ataque contra los proletarios hecho por el autor en la medida en que no tratan de usar sus capacidades intelectuales para tener sus propias herramientas y trabajar por su cuenta. Todo lo que les importa es destruir instrumentos ajenos, es decir, los de los empleadores. Y al conseguirlo, por una parte, los últimos estarán en quiebra, y por otra, los mismos proletarios serán los que van a sufrir más del hecho que será el paro total. Y ellos que no logran satisfacer sus necesidades, particularmente las económicas, con el trabajo, morirían de hambre y miseria si estuvieran sin empleo. Se expresa claramente, dentro de las palabras, el fracaso del movimiento del proletariado. Hasta el final de la obra, se quedan sin alcanzar su meta, y hay que decirlo, su objetivo no es tan fácil definir. El fracaso se refiere, la mayoría de las veces, a una incomprensión de los métodos que emplear y de lo que se quiere. Tratando de buscar una explicación al fracaso del movimiento proletario, lo encontraremos dentro de sus miembros. Lo que hacen es revelar su voluntad al adversario sin 7 SENDER, Ramón, Op. Cit. p. 229. 7 seguirla hasta el final. Todo lo que empiezan no llega al cabo. Es como si su lema fuera trabajar únicamente a medias. Casi siempre que deciden adoptar un sistema de lucha, los guardias están al corriente y, luego, todo se va a pique. Nos acercamos a Samar para compartir sus ideas: Lo que nos pasa –dice– es que no tenemos ninguna aptitud para el triunfo, para aprovechar nuestro propio éxito. Sólo sabemos aprovechar nuestras derrotas.8 Hay que buscar, por tanto, otro fenómeno que denuncia el autor a través de este fracaso. La conclusión que sacamos es la siguiente: a propósito de nunca alcanzar la meta, Sender quisiera criticar el desánimo que gangrena la sociedad. Es verdad que su ingenioso procedimiento de relatar los hechos no permite entenderlo de una sola y simple lectura. Sin embargo, si admitimos que el desánimo no produce buenos frutos, estaremos de acuerdo con la visión del autor porque quien mal anda, mal acaba. Quisiéramos también, para apoyar lo dicho y con su permiso, introducir la idea según la cual se hace la crítica social tanto para informar al lector de las desigualdades e injusticias sociales como para provocar en él una toma de conciencia que le pulse a la acción, con objeto de modificar aquel estado de cosas. Y partiendo de tal idea, se censura, sin duda alguna, el desánimo. Después del estudio de los proletarios, pasamos a otro grupo social. Éste se trata de los burgueses.
Los burgueses
Los burgueses forman la clase llamada la burguesía. Ésta es un término de origen francés (bourgeoisie) que designa a la clase media acomodada. Según la interpretación marxista de la historia, la burguesía se identifica como la clase dominante por su posición en el modo de producción capitalista y su relación con otras clases como el proletariado. Los burgueses poseen los medios de producción y acumulan capital porque los proletarios les venden su fuerza de trabajo. Lo que justifica imperativamente las desigualdades sociales que son consecuencias de que los ricos sean siempre más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Así, nadie puede encontrar un camino de entendimiento entre las clases. Los burgueses no son amados por los proletarios quienes, a su vez, se sienten explotados. Tampoco los burgueses respetan a los proletarios. Así, la sociedad no conoce la tranquilidad necesaria para su buen funcionamiento. 8 SENDER, Ramón, Op. Cit., p. 95. 8 El odio se manifiesta muchas veces en la obra. En efecto, Sender parece tratar a los burgueses como a una gente absurda que nada puede conseguir y que es incapaz de reflexionar para hacer resaltar buenas ideas. Según él, ellos creen todo lo que se les cuenta. Es el caso de Amparo, la hija de un coronel burgués (hablaremos más de ella en el capítulo reservado a los personajes) que piensa que todo lo que le dice su amado es palabra de evangelio. Sin embargo, hay autores que tienen ideas diferentes de éstas; la causa podría resultar de la diferencia de épocas. Ellos alaban con palabras maravillosas a los burgueses cantando su valentía (los hombres) y su belleza (las mujeres). Entre ellos, podemos citar a Tirso de Molina con su obra titulada Cigarrales de Toledo. 9 Los burgueses también son los que ocupan los puestos importantes y los que dirigen la sociedad. Además de los medios de producción que poseen, los burgueses se comportan como superiores a los proletarios. Quieren distinguirse y diferenciarse de ellos, sobre todo, respecto a la mentalidad. Lo que los lleva a creer que la riqueza es sinónimo de fuerza, de potencia y de inteligencia. Toman a los proletarios como gente pobre y eso es verdad. Pero, el problema que se plantea es que la pobreza de los proletarios se ve como una consecuencia de la pereza y es la razón por la cual los burgueses no los respetan. Dicha falta de respeto hiere gravemente a los empleados. Dicho de otra manera, se sienten sumidos a los deseos y las necesidades de los ricos y lo más duro es que no llegan a fin de mes. Y la sociedad sufre también la falta de consideración entre las clases. Es como si unos olvidan que su capital proviene, o mejor dicho, se fructifica gracias a la fuerza de sus empleados. A través de todo esto, parece que el autor quisiera denunciar el abismo que se abre entre ellos. Por lo menos, deben unirse alrededor de una cosa fundamental que es el trabajo. Ninguna diferencia debe existir entre ellos pero son ellos mismos los que la establecen. La presencia de tal diferencia en el seno de la sociedad no tiene su razón de ser. Este fenómeno ocasiona la falta de solidaridad, con mayor motivo donde se trata de una sociedad en que ya hay muchas desigualdades. Esto conduce directamente a la sublevación y a la revolución de los proletarios. De ahí, reinan los problemas sociales. Entre los burgueses también, lo que ocurre es que no son nada francos con ellos mismos. Nutren un complejo de superioridad aun entre ellos. Cada uno se jacta de su riqueza. No piensan que lo pueden perder todo un día y estar en quiebra. A fin de cuentas, olvidan que 9 DE MOLINA, Tirso (1996): Cigarrales de Toledo, Madrid, Castalia. 9 es el individuo el que crea las riquezas a partir del trabajo. Cada vez, quieren tener más. En lugar de preocuparse por las relaciones sociales, se interesan más por lo que tienen. Es el caso del coronel burgués que ni asiste a la muerte de su hija porque no está en casa durante el accidente de Amparo. Acudieron las muchachas y corrieron a despertar al padre. Pero no estaba.10 Lo que parece hacer Sender dentro de esto sería invitar al lector a observar el poder de la riqueza sobre los individuos. Dicha observación permite entender hasta dónde puede llevar este poder. Y al establecer una comparación entre el capital y el valor humano, lo primero parece ser lo más interesante. Dicho de otra manera, la gente (y sobre todo los burgueses) parece conceder más consideración al dinero que a sus semejantes. A través de Siete domingos rojos, se podría decir, de manera directa o indirecta, que es una invita expresada al hombre en general y al lector en particular para pedirle que se aleje de los bienes mundanos. Cada uno puede y debe tener bienes para bien vivir pero éstos no deben constituir una fuente de malentendidos. Al tener bienes, es muy posible crear lazos de amistad y no de enemistad. Sobre el valor de la prosa narrativa, Ramón Sender toma su pluma y se expresa sobre no solamente los problemas de la literatura de manera pura y simple, sino también y más particularmente sobre lo político-social. Como escritor comprometido y vanguardista, está muy pegado a la actualidad. Según él, -y como tantos otros escritores que denuncian los problemas sociales- uno no puede quedarse en silencio frente a las desigualdades entre las masas. Se trata de la explotación del hombre por el hombre. Después de haber estudiado los burgueses, pasamos a los socialistas.
Los socialistas
Partidarios del Socialismo, doctrina que predica la pertenencia común, el interés colectivo y la justicia social, los socialistas orientan más sus visiones en la política. El socialismo implica una organización colectiva y consciente de la vida social y económica. En la obra, Siete domingos rojos, los socialistas parecen encarnar los principios de solidaridad y vocación a una sociedad igualitaria. O por lo menos es lo que determina su razón de ser. Sin embargo, ellos aspiran a dirigir la sociedad apoyándose en la idea según la cual los capitalistas no son capaces de dirigir el país. Y en lugar de utilizar el diálogo, incitan a los anarquistas a la revolución. Lo que no favorece el bienestar de una sociedad. Se juntan unas veces con los 10 SENDER, Ramón, Op. Cit., p. 260. 10 proletarios si tienen el mismo objetivo. Es el caso del entierro de los tres camaradas y del socialista. No conocen los mismos problemas como los proletarios porque son más considerados que éstos. Lo que se averigua con el proceso de los ataúdes porque sin los socialistas, –hay que recordar que tienen su partido político- no hubiera entierro público. En Siete domingos rojos, no se trata de los socialistas de manera general sino de una particularidad. Se hace hincapié en una minoría de socialistas que existe en una sociedad determinada. Lo que se desarrolla en la obra se aleja totalmente de la crítica de los Estados cuyos gobiernos son socialistas. Tampoco se trata del socialismo como teoría, sistema o modelo. La crítica se refiere a un movimiento cuyo objetivo sería la implicación en la política y el sistema social. Y en este sentido, todo se basa en los hechos, las actitudes y los fallos en la sociedad española del siglo XX. A partir de su visión que no es otra sino la de hacer de la voluntad individual la de todo el grupo para alcanzar lo llamado interés general, se notan algunos límites. La toma de decisión resulta siempre una dificultad notable. Esto se explica por la variedad de las opiniones que surgen en el grupo. Lo que falta es, sobre todo, la eficacia y la eficiencia. Esto parece ser la raíz de sus problemas con los obreros, a menudo, cuando éstos quieren que haya huelga general. Pero los socialistas no se preocupan mucho por los deseos de los demás grupos. Lo que engendra, la mayoría de las veces, malentendidos. Y parece que es en esta lógica que piensan tomar la decisión siguiente durante un día de huelga no respetado por los socialistas: Habría que ir a sacar a los socialistas a tiros. A sacarlos de las fábricas y los talleres, se entiende. Suponiendo, claro está, que no secundaran la huelga.11 Tal precisión muestra en su totalidad el fracaso de la misión de los socialistas. Sus actitudes son en realidad todo lo contrario de lo que deben ser. Con esto, ya no se puede hablar de interés general como se define su objetivo. Para que se pueda hablar de interés general, la lucha debe ser general y, luego, la victoria ser de todos. Pero, todo lo que les interesa sería la política y no lo social. Se pasan el tiempo engañando a los demás, sobre todo, a los obreros. Fingen estar juntos con ellos pero no es lo que ocurre en realidad. Todo lo que buscan es ganar su confianza para fines políticos. Es lo que acaban por comprender los engañados y se rebelan: esto afecta la tranquilidad social. Así, Sender se sirve de ellos para mostrar los fallos de los políticos que manejan a los individuos por su propia cuenta.
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